Tabla Estaciones-Beso: (monólogo interior de Frankie)
El tiempo resultaba insoportable a causa de mi ausencia de
paciencia. Los rayos suaves del sol me acariciaban con unos besos cálidos. Consiguen
reconfortarme y atenuar el estrés que me consumía del interior. Sentados debajo
de un árbol, Sydney se encontraba muy cerca de mi jugando con una margarita. Quería
transmitir mis sentimientos a esa persona tan extravagante y única, pero…
¿Cómo? Con solo un beso, descubriría todo lo que he callado. Por lo tanto sin
pensarlo dos beses, me acerque a ella. Con una mano ligera y decidida cogí la
cabeza de Sydney, y me acerque lo más cerca posible de sus labios pulposos.
Nuestros labios podían resentir el aire
caliente que salía del uno y el otro. Y sin previo aviso resentí una explosión
de emociones agradables, al saborear un beso robado. Una vez recobré mis
sentidos, empecé a subir su mejilla recubriéndola de infinitos besitos. El
tacto con aquella piel tan suave como la de un bebe, conseguía robarme aire a
cada beso. Subí hasta que pude llegar a su oreja y con falta de aire, le
susurre:
-Un
beso legal nunca vale tanto como un beso robado.
Dos monólogos no hacen un diálogo.
Todo
empezó aquel día en que entendí que ya no vería a mi madre cogiéndome de la
mano fuera de aquella cárcel. O ver el sol trazando sus dibujos amarillos sobre
su piel blanca, el viento que le rozaba su hermoso pelo que solía dejar suelto,
todo se acabo cuando mi madre dio fin a sus salidas fuera de nuestra casa.
Quería pedirle una explicación, una respuesta a todas mis preguntas sin
respuestas. Las cuales emitían un ruido blanco cada vez más agudo en mi cabeza.
Pero
nada lograba salir de mi interior y me imaginaba con desesperación, que mi
madre no sabía con que empezar. Así que mi vida continuo así, sin poder ver mi
madre poner ni siquiera un pie fuera de la casa.
Un
alivio impresionante me recubrió todo el cuerpo, a las diez de la noche. Cuando
sentí que la pregunta que había evitado todo ese tiempo salía de lo más
recóndito de mi ser. Escapó de mis labios en un arrebato de lágrimas y furia y
angustia. Era una pregunta airada, una acusación, una súplica, todo al mismo
tiempo, dirigida al rostro vació de mi madre. Pero cuando la pregunta llegó a
su fin entendí en mi interior que, dos monólogos no hacen un diálogo. Así que
la discusión continuo y continuo, para poder responder a cada una de mis dudas.
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