Què podreis encontrar en mi blog...

A continuación podréis disfrutar de diversos textos muy diferentes los unos respecto a los otros. Pero tienen un punto en común que proviene del "origen", es decir, todos están directamente relacionados con el libro "La pregunta de las diez de la noche" de Kate de Goldi.

Un proyecto iniciado principalmente a partir de la materia española que hago en mi instituto, lo cual me permite expresar-me libremente.
Por supuesto como escritora, en este caso encontrareis historias inventadas al 100% con originalidad o, así espero que lo experimentéis al continuar hacia el mundo de Frankie Parsons...

Muchas gracias a esos fantásticos escritores que nos ofrecen libros, historias, personajes, lecturas, sensaciones y un largo etcétera. Aplausos para ellos!

dilluns, 10 de març del 2014

Monólogo del personaje.





Extravagante, sorprendente, diferente... Una rara avis!

A las 8.36 de la mañana la chica nueva subió al autobús escolar de Cassino.
En aquel momento preciso Frankie se sorprendió al pensar de manera tan desordenada, que sus pensamientos se agolpearon en su cabeza. Pero, comenzaron a reducir-se hasta la mínima expresión cuando vio a Sydney acercarse.

En este lapso de tiempo he pensado que finalmente este día de Sant Valentin podría conseguir salvarme de mí situación depresiva, que empezaba a sumergirme de lleno en mi abismo. 

Frankie Parsons (P.30-32)
La gente que conozco siempre han interpretado los ojos como los espejos del alma y cuando miraba sus ojos desorbitantes me llenaba de alegría.  No la conozco en nada, me habla como si éramos amigos de toda la vida, se ríe de mí, me ofrece caramelos y todo esto me acaba sorprendiendo. No sé cómo definir lo que siento al tenerla a mi lado, amor o amistad. La posibilidad de olvidar durante unas fracciones de tiempo mis infinitas preocupaciones, me permite obtener libertad. No entiendo cómo puede comportarse de manera indiferente cuando consigue preguntarme cuestiones personales. 

Nos habla a Gigs y a mí con tanta fluidez que me desconcierta. Quiero expresarme, preguntar, responder, pero ni un pequeño susurro consigue escaparse de mis labios. Como puede ser posible que esta chica consiga dejarme mudo. Casi podía ver el contorno de mis fantasmales palabras solidificándose en el aire entre ellos. Podía oírlas, tenues susurros que subían de volumen a cada segundo que pasaba.

-Así que él habla en ruso o algo así y tú eres mudo –dijo Sydney-. Una vez más, me ha tocado el gordo. ¿Por qué nunca acabo en colegios con gente normal? ¿Puedes decirme al menos tu nombre?

-Frankie Parsons-dije, y me sorprendí tendiéndole mi mano.

Qué alivió sentir mi voz después de este instante que parecía no tener fin.

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