Extravagante, sorprendente, diferente... Una rara avis!
A las 8.36 de la mañana la chica nueva subió al autobús escolar de Cassino.
En aquel momento preciso Frankie se sorprendió
al pensar de manera tan desordenada, que sus pensamientos se agolpearon en su
cabeza. Pero, comenzaron a reducir-se hasta la mínima expresión cuando vio a
Sydney acercarse.
En este lapso de tiempo he pensado que finalmente
este día de Sant Valentin podría conseguir salvarme de mí situación depresiva,
que empezaba a sumergirme de lleno en mi abismo.
Frankie Parsons (P.30-32) |
La gente que conozco siempre han interpretado
los ojos como los espejos del alma y cuando miraba sus ojos desorbitantes me
llenaba de alegría. No la conozco en nada,
me habla como si éramos amigos de toda la vida, se ríe de mí, me ofrece caramelos
y todo esto me acaba sorprendiendo. No sé cómo definir lo que siento al tenerla
a mi lado, amor o amistad. La posibilidad de olvidar durante unas fracciones de
tiempo mis infinitas preocupaciones, me permite obtener libertad. No entiendo cómo
puede comportarse de manera indiferente cuando consigue preguntarme cuestiones
personales.
Nos habla a Gigs y a mí con tanta fluidez que
me desconcierta. Quiero expresarme, preguntar, responder, pero ni un pequeño susurro
consigue escaparse de mis labios. Como puede ser posible que esta chica consiga
dejarme mudo. Casi podía ver el contorno de mis fantasmales palabras solidificándose
en el aire entre ellos. Podía oírlas, tenues susurros que subían de volumen a
cada segundo que pasaba.
-Así que él habla en ruso o algo
así y tú eres mudo –dijo Sydney-. Una vez más, me ha tocado el gordo. ¿Por qué
nunca acabo en colegios con gente normal? ¿Puedes decirme al menos tu nombre?
-Frankie Parsons-dije, y me sorprendí
tendiéndole mi mano.
Qué alivió sentir mi voz después de este instante que parecía no tener fin.
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