“Junto con
los libros tendría que venderse el tiempo suficiente para leerlos”, sin embargo, cuando llego el
momento de escoger un libro, una gran cantidad de reflexiones atravesaron mis
pensamientos.
Escogí el
libro de Kate de Goldi por dos
razones concretas.
En primer
lugar el titulo, La pregunta de las diez
de la noche, me llamo la atención, consiguiendo transmitirme una multitud
de sugerencias, de respuestas que podría encontrar en aquel libro. Parecía un
libro abierto al mundo de las dudas y las inquietudes de los adolescentes.
Seguramente, entenderéis que esta ilusión me surgió, a través del significado
que se sobreentiende del título. Con la palabra ‘pregunta’ suele tener incluido
respuestas, y además, son dudas relacionadas directamente con la realidad.
Porque, por supuesto tiene un ambiente real y no fantástico, como nos
especifica en la contraportada.
Finalmente,
su enigmática imagen que ilustra el contenido del interior de esta historia, me
intrigó.
Unos tonos
elegantes que se dejan visualizar sobre la superficie lisa del pájaro, que a
primera vista no tenía nada que ver con el título. Sin reflexionar ni un minuto
más, me imagine que el autor mezcló dos hechos distintos pero, igual de
importantes, en su historia.

Sin mucho
entusiasmo, el libro no fue lo que me esperaba y durante las horas de lectura
junto a este libro, los minutos se arrastraban los unos detrás de los otros,
con una eternidad sin fin, entre medio.
NO
respondió ni a una mínima duda que me surgieron el título.
Cerca del
penúltimo capítulo conseguí interesarme un poquito. Pero, este empeño
desapareció tan rápido como llegó.
Y se
acabó.
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